Mientras estaba en mi caverna golpeando huesos de mamut contra el suelo rocoso, tuve un golpe de inspiración, mientras miraba las pinturas de mi pared.
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20 minutos después...
Ya dentro de la tienda, comienzo a vagar por las góndolas, no encuentro lo que quiero, me pongo nervioso, las venas se me comienzan a saltar del cuello, un aura negra me recubre.
Mi sombría mirada es posada sobre un gondolero, que está pasándole un trapito a una heladera.
El tipo es alto, delgado, tiene un parecido increíble con Slenderman. Parece el clásico don nadie, que vive para ser mano de obra barata, de los que pasan trabajo, en vez de trabajar.
Voy directo hacia él, le tomo fuertemente un brazo y le digo serio: - ¿Dónde hay atornilladores?
El tipejo desgraciado me mira frívolamente, sin mostrar vida alguna en su rostro, me dice con la mirada muerta y aburrida, cómo la de un perro san bernardo, que las herramientas están 3 góndolas mas "hacia aquel lado".
Le doy un billete de 20 pesos, y le cacheteo la cara de forma compadrona.
Ya en la góndola de herramientas veo un atornillador eléctrico color naranja con un diseño dantesco, y a la vez compacto, majestuoso pero a la vez cómico.
Pago 500 pesos Uruguayos por él en la caja (la cajera me atendió muy bien), apuro para llegar a casa ansioso de usar mi nueva herramienta.
Veo con detenimiento la caja, dice que es recargable, y miles de ventajas más, rompo la caja con mis dientes y corro a abrir mi notebook con el atornillador.
Está descargado, y vino sin cable de recarga.
PUTOS TODOS, PUTO EL QUE LEA, PUTOS LOS DE LA TIENDA, PUTA LA EMPRESA QUE MANUFACTURA ÉSTE PRODUCTO, PUTOS TODOS.
Mi sombría mirada es posada sobre un gondolero, que está pasándole un trapito a una heladera.
El tipo es alto, delgado, tiene un parecido increíble con Slenderman. Parece el clásico don nadie, que vive para ser mano de obra barata, de los que pasan trabajo, en vez de trabajar.
Voy directo hacia él, le tomo fuertemente un brazo y le digo serio: - ¿Dónde hay atornilladores?
El tipejo desgraciado me mira frívolamente, sin mostrar vida alguna en su rostro, me dice con la mirada muerta y aburrida, cómo la de un perro san bernardo, que las herramientas están 3 góndolas mas "hacia aquel lado".
Le doy un billete de 20 pesos, y le cacheteo la cara de forma compadrona.
Ya en la góndola de herramientas veo un atornillador eléctrico color naranja con un diseño dantesco, y a la vez compacto, majestuoso pero a la vez cómico.
Pago 500 pesos Uruguayos por él en la caja (la cajera me atendió muy bien), apuro para llegar a casa ansioso de usar mi nueva herramienta.
Veo con detenimiento la caja, dice que es recargable, y miles de ventajas más, rompo la caja con mis dientes y corro a abrir mi notebook con el atornillador.
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