sábado, 21 de marzo de 2015

Mala racha.

Sabía que no lo iba a hacer, sin embargo tuve el impulso, el impulso de apretar el gatillo. Me miraba al espejo mientras hiperventilaba, tenía las mejillas rojas y transpiraba mucho, mi sien palpitaba y hacía mover al metal frío. Me veía patético, daban más ganas de darle un tiro al espejo que matarme en sí.

Hoy supe que crucé cierto límite de mi cerebro, no sé qué me está pasando. Últimamente todo me molesta mucho, cualquier pequeño suceso controversial o broma pesada me llena de ira, siento un nudo en la garganta tal como si unas manos ásperas me estuvieran estrangulando.

Me vuelvo adicto a las personas que logran comprenderme, el estar lejos de ellas, se refleja en una gran abstinencia. Tengo que entregarme a brazos ajenos, porque veo que, ahora, solo no puedo salir de ésta fosa séptica y extintora de todo bienestar.

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Hoy tuve un viaje de aproximadamente tres horas en autobús, y sentí que caía de nuevo en esa fosa, que esas manos volvían a estrangularme, no puedo respirar, la única liberación de ese ahogo es el suspirar.
Intenté distraerme mandando mensajes por celular, pero nadie estaba en ese momento, nadie los culpa, odiaría que estuvieran pendientes de mi.

En el transcurso del viaje, sentí varios impulsos, de bajarme, de gritarle a las personas que allí había, me puse muy hiperactivo, pero mi mente no estaba arriba. Siempre abajo, en esa maldita fosa, la irritabilidad y lo deprimente, se paraban sobre mis hombros, hundiéndome más.



lunes, 16 de marzo de 2015

Se murieron los melones. 1a parte.

Como por capricho, apareció Dios de repente. -Os impongo esta nueva; A raíz de la duda de los hombres en cuanto a la función de sus tetillas, os las quito. Pero a cambio y como castigo por interrumpir mi siesta divina por tal nimiedad, me llevo también los senos de todas vuestras mujeres con pezón y todo.- Dicho esto, desapareció, y la comisión del Vaticano salió a las corridas para escribir las palabras del señor.

La cosa es que Dios es Dios, y no se lo reta por realizar su voluntad. ¿Estaría volviendo allá arriba la moda de la ley del Talión?, ¿del Dios que castiga?, ¿sería el fin de la misericordia?. "Al final nos chambonearon a todos, no vino ningún salvador a dar la cana" (palabras del Padre Moreira de la iglesia "Las Margaritas" - Maldonado - Uruguay 02/09/2014).

Todo esto causó un desequilibrio en nuestra homeostasis social, la extinción de algunas especies que vivían en mutualismo. Y bueno, los cirujanos plásticos cagaron fuego. El hermoso acto de rellenar tetas con siliconas era, efectivamente, lo que les traía el pan a la boca. Porque era la cirugía que más se pedía en aquellos tiempos.

Así fue que el Dr. Fagúndez empezó a hacerle agujeros extra al cinturón. Al igual que sus colegas (el Dr. Rivas, por ejemplo, tuvo que vender su consultorio y no conseguía trabajo en ningún lado). El Dr. Fagúndez ya estaba en el clearing, tuvo que conseguir trabajo en el supermercado de la vuelta. Y rezaba... y rezaba... rogándole a Dios que volvieran las tetas. Se sentía estúpido, por ser ateo toda su vida. También sentía una estupidez mucho más nimia, y por lo tanto, mucho más estúpida, que era rezarle a las tetas (¿O a Dios?).Tenía que encontrar alguna solución para el confort de los cirujanos plásticos. Pues no servían para gondoleros. Y tener dos trabajos está bravo.

Moviéndonos más cerca del presente, Fagúndez estaba en la verdulería del super, armando una canasta para los Polakof, dueños del local, y de toda la cadena de supermercados de El Dorado. Llevaba el ex doctor un cajón hecho con tablas (del que era fácil clavarse una astilla malvada), dentro de éste habían unos morrones verdes, elegidos a priori desde Montevideo. El trabajo del Dr. Fagúndez era separar los más lindos, y obviamente desechar los podridos y quebrados.

Casi resignado nuestro doctor pone el cajón sobre una pequeña torre de 4 cajas de plástico cruzadas (con mercadería adentro), como si fuera un jenga de cajas pero cada nivel  con un solo bloque, en vez de tres. Se podía ver medio por arriba lo que había; Boniato zanahoria, tomates cherry, uvitas moscatel y en la caja de arriba había un surtido con bolsitas de lentejas, porotos, jengibre, clavo de olor y plantines de albahaca.

Fagúndez se encontraba solo en el puesto, por lo que tenía que estar atento a la balanza, pero eso no era problema porque solo había una viejita arqueada sobre un carrito de compras para niños, y se tomaba su tiempo.
Mientras manoseaba los morrones, Fagúndez pensaba en como la gente se olvidó del problema de las tetas en unos meses nomás. Pese a que no las tuvieran, podrían de todas maneras ponerse siliconas, pensaba en lo irreal que era todo esto, porque lógicamente tendría que tener el consultorio lleno de mujeres con ganas de operarse y volver a tener lo que les sacó Dios.

Pasa que no es así. Todo esto se juntó como para joderlo a él. A él y a todos los cirujanos plásticos. Suspiró y apoyó su codo sobre la mesa en la que estaba la balanza, ¿cuántos (ex) cirujanos plásticos en el mundo estarían pensando en una solución para éste bruto problema?. ¿Cambiaría en algo que una persona en Uruguay se pusiera a buscar soluciones?, ¿acaso esas soluciones no venían siempre de allá arriba?, el uruguayismo en su máximo esplendor lo atacaba...
-Señor, ¿no me pesa? -la viejita le extiende un cacho de bananas Brasileras.
-Por supuesto... ¡un kilo justo señora!- Pega la etiqueta en las bananas y se las devuelve.


Pensar en que Dios nos esté quitando cosas es terrible, porque traslada a la unidad divina al mismo sitio en donde se encuentra el gobierno. Por supuesto, en las estadísticas, los ateos se borraron del mapa. No faltó el primer tweet hashtagueando a Dios, que en vez de ganar seguidores, estaba lleno de haters.

En el consultorio de Fagúndez, al entrar se veía una micro metáfora a ciudades perdidas y actualmente desiertas, ¡no iba nadie!, la poca gente que iba a hacerse demás cirugías sufría el aumento de precio escandaloso por necesidad del susodicho. Posiblemente le embargaran el consultorio... bueno, basta con decir que ganaba más en la verdulería que en su profesión.







Pequeña esquina 
destinada a los 
que no gustan 
de mis relatos:
De ninguna manera
el emisor busca emitir
mensajes sexistas,
si usted necesita
de ese tipo de contenido,
lo encontrará en 
excelsas novelas, como por ejemplo:
La trilogía de 50 shades of Grey.
Saludos.










domingo, 15 de marzo de 2015

Sandwich de Felipe - La vuelta. 2015

De casualidad me llamaron de la tienda donde trabajaba el año pasado, no pensé en plata, pensé en lo que comería en el descanso. Un buen sandwich de Felipe, como debe ser, como yo me lo impongo. Un macho se impone, y estos bocados son vísperas de la masculinidad que transfiere en mí el verano.

Primer post de Felipe

Primer día de trabajo, todos me saludan, me reconocen del año pasado. He vuelto. No para quedarme, pero que estoy, estoy.

Cuatro horas gordas y bien sustanciosas entre frutas y verduras, que tardaron en pasar. Y me mandan al descanso, antes de ir al descanso paso por panadería para pedir mi preciado alimento...y gigantón... no estaba... ¿Dónde está? exijo que lo devuelvan.

jueves, 12 de marzo de 2015

Jugando de visitante.

Meta pata
llegué a gatas
a la facultad.

Tuvo su dificultad,
pues cuatro horas tardé,
y luego acordarme
que pa' entrar faltan tres.

¡Cuánta gente!
¡A cuánta gente pregunté!,
sobre mi susodicha esquina,
a la que por fin llegué.

jueves, 5 de marzo de 2015

Chistes del abuelo verde. 1.

Después de tantos días, vuelve Dussander, con los chistes del abuelo verde:


EDISON Y LOS MARICONES.

En plena ruta nocturna, el camionero Edison pilotea bruto camión Scania hace ya 8 horas. Con el pasar de las horas es menester tener como amansa locos alguna radio, o algo por el estilo. Los machos valientes conducen a oído seco, total, la ruta por la que andaba era siempre recta hasta llegar a Treinta y tres.

Los ojos como compota. Ve a un tipo de capa roja que se para con las manos extendidas en el medio de la calle. Frenazo atroz del camión y volantazo. Edison baja y pega un portazo.
-¡Pero pedazo de un pelotudo! -le grita rojo y con las venas surcadas en el cuello- ¿Qué mierda te pasa?.
-¡Soy el maricón de capa roja, y quiero que me des comida!
-¡Pero volvé al manicomio desgraciado! -se sube bufando al Scania y sigue su camino.