lunes, 25 de agosto de 2014

Mitosis.

Plena temporada de verano 2014 rumbo a Tienda Inglesa. Piloteaba mi bicicleta por Av. Roosevelt y pasando el Devoto se largó a llover a cara de perro. ¡Ahijuna!. Solo a mi me pasa. Encima con la cantidad de Porteños que manejan autos hay que andar con un cuiqui de aquellos.

Iba avistando el Shopping y estaba empapado. Levantaba las patas para no salpicarme con el agua que recogían de la calle las ruedas de mi bicicleta y lanzaba con vehemencia hasta mis partes nobles. Pedaleé el repecho de la entrada, el estacionamiento lleno. Di el brazo a torcer, igual de cogote duro, y tranqué la bici en un árbol de la entrada. La lluvia se intensificaba y yo ya parecía un cacho de carne lavado. Entré.



El lugar concurrido.


Saqué un carrito a los manotazos. La limpiadora detrás mío iba secando el agua que yo iba dejando. Dos pasos atiné a dar y más nada (En el momento presentí que todo el mundo estaba dentro de la tienda, o al menos eso me parecía. No sé, mis ojos son engañosos y no saben de escalas). Miles de cuerpos están posicionados con carritos delante mío y no me dejan adelantar el paso. Me puse timorato e intenté echar la vista para atrás, vi a la limpiadora sumergida entre la gente, ahogándose en el mar de cuerpos. Sin embargo la veía ducha y rapidita en su laburo porque no daba a basto con los pisos.

Choque va y choque viene con el carrito, logro llegar a los refrigerados. La gente desesperada metía mano en las heladeras de las hamburguesas, como una bandada de buitres despedazando una carroña. En la pellizcada se dejaban caer varios paquetes de hamburguesas Schneck. Me parecía más digno agarrar un paquete del suelo que meterme en el tumulto de carroñeros. Así que corté por lo sano y fui a recoger unas Schneck del suelo. 

Estuve a punto de alcanzar mi objetivo y una rubia, como si fuera ella un puma ágil, me arrebata las hamburguesas de un zarpazo. Logré tener un leve contacto visual con la muchacha esta, por su parte, me mostró una cara hiriéntemente neutra y posó su mirada sobre otros productos, a los que se dirigió con la misma agilidad que antes. Juré ver dos rubias donde tenía que haber una sola. ¡Igualitas!.

Así que con el entrecejo apretado las sigo, olvidándome de las hamburguesas. Van las dos por el pasillo de los lácteos, una detrás de la otra, en fila india. Ambas se separan al final de la góndola. Una por la izquierda, rumbo a la panadería, y la otra a la derecha, hacia la carnicería. Avisté un hombre de pelo largo y negro un poco graso que vestía una chaqueta marrón comprando un cuarto de nalga. Por la izquierda pude enfocar a una señora de unos 60 años de pelo corto y color caramelo, de lentes que llevaba unos jeans hasta el ombligo.

La rubia que iba por panadería se perdió enseguida entre un tumulto de gente del pasillo siguiente y dos viejas idénticas de pelo corto y color caramelo y de lentes y jeans por el ombligo, cuchichearon ambas de voz finita, creo yo del short cortito de la rubia.
El flaco de pelo graso de la carnicería tenía ya en manos el cuarto de nalga y sus ojos se posaban en los cuartos de la rubia que fue chocada por el carrito de un viejo apurado. El perdón del viejo. La rubia asintió y siguió. 

El flaco de pelo graso empezó a hacer unas morisquetas medias diabólicas y yo lo quedé mirando esperando algún tipo de explosión o algo por el estilo. No pasó mucho tiempo para que "el pelo graso" acaparara toda la atención de los compradores que de lambetas pararon como yo a ver tal cosa. Cuatro viejas de jean por el ombligo y pelo corto acaramelado y de lentes comentaban chillando el horror de la situación. El flaco de pelo graso parecía ensancharse, con chaqueta y todo. Cada vez paraba más gente a mirar. Ocho viejas comentando. Dos rubias pasaron. Un viejo apurado las chocó a las dos a la vez que otro anciano se llevó puesto el estante de las papas "Lays" y dos limpiadoras ágiles como guepardos ordenaron los estantes.

Los ojos me quedaron como platos al ver esto que le cuento... ¡El flaco de pelo graso se convirtió en dos flacos de pelo graso!. Todo pasó muy rápido, de repente el flaco parecía partirse y ¡fap!, como en stop motion aparece su clon. Ahí, de boca abierta volteo y veo al ejército de gente idéntica que no serían más de 40 o 50 moldes que se dispersaron. Una mujer le gritaba a sus hijo que bajara de los estantes, y luego otra, y otra, y los niños clones corrían y jugaban saltando de estante a estante.

La gente pareció olvidarse por completo del flaco de pelo graso, y seguían comprando productos que parecían nunca acabarse, eso parecía llenarlos, y por consiguiente hacían mitosis. Así que mejor me iba a Devoto, total... 

El Devoto.

Traté y porfié y no podía penetrar en el mar de gente, se me hacía cada vez más dificultoso respirar. Un viejo me chocó con toda la vehemencia que pudo y me derribó. Levántate pelotudo, me dijo un flaco de pelo graso. Me paré de un salto y tomé el carro del viejo, carro que revoleé contra todos los que tenía cerca. Las viejas me gritaron, que era un desubicado y que ocho cuartos. Los ojos como huevo duro, respirando fuerte y de carretilla apretada, me puse atrás del carrito y lo empujé pudiendo hacer mella en la muralla de carne y hueso y hering que tenía en todos mis alrededores.

Así fue que pude llegar hasta las cajas y hubiera podido salir, de no ser por este viejo apurado que embistió mi carro. Viejo al piso. Yo también. El octogenario gritaba de dolor tomándose la pierna y se volvió a hacer el tumulto a mi alrededor. Y a mi el aire ya me faltaba. Sentí la respiración caliente de varias personas en la nuca como pidiéndome que haga algo, no obstante, costábame cada vez más aspirar. ¿Señor está bien? ¡Qué alguien llame a un doctor!. Y enseguida me desvanecí (En el último momento de conciencia presentí que la caída duró años).

Sorprendentemente los médicos me llevaron a mi en lugar del pobre anciano. Que mientras me subían en la ambulancia iban multiplicándose a tal punto que ya dentro del vehículo estábamos muy apretados. Entonces la sensación de desmayo volvió. Los médicos optaron por inyectarme una solución de eutanasia cuando quedé inconsciente. Parece ser que así controlaron a la población después de tal alarma. Eutanasia, y en algunos casos extremos, cacotanasia.

Que en paz descanse Dussander 001.
 1994-2014.
Muerte por eutanasia.
Epitafio escrito por clon Dussander 079.















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